En el Entierro en Ornans (1849), Courbet pinta la segunda, de una trilogía de obras referidas al realismo social rural, la que se completa con Los Picapedreros (1849) y Los campesinos de Flagey (1850) en las que el artista muestra con gran detallismo y nivel de observación, la vida de diversos habitantes del campo. En las tres, Courbet se aleja de los planteos academicistas en favor de un planteo realista y mucho más popular que el de sus coetáneos.
Previo a la presentación de la obra en el Salón de Paris de 1850 – 1851, el artista decide mostrar sus cuadros en diversas provincias de Francia, para luego culminar exhibiéndolas en París, donde fueron recibidas con muy escaso entusiasmo por parte de la crítica especializada – mayoritariamente formada bajo los parámetros del Romanticismo – que cuestionó desde la técnica hasta los temas elegidos. El pintor romántico Eugène Delacroix sentenciará en 1853 sobre la obra de Courbet: "Fui a ver la pintura de Courbet, antes de la sesión y quedé impresionado por el vigor y la agudeza de su inmenso cuadro. ¡Pero qué cuadro! ¡Qué tema! La vulgaridad de las formas no sería nada; es la vulgaridad y la inutilidad del pensamiento que son insufribles [...] ¡Oh, Rossini! ¡Oh, Mozart! ¡Oh, los genios inspirados en todas las artes, que extraen de las cosas solo aquello que se debe mostrar al espíritu! ¿Qué diríais delante de estos cuadros?"
Análisis sociológico:
El tema elegido por Courbet en esta obra es, a primera vista, un hecho marcado por la banalidad de lo cotidiano. Se trata de una ceremonia de enterramiento realizada en una zona rural cercana a la ciudad deOrnans. De todos modos, y más allá de la supuesta sencillez de la situación, el nombre con que el autor registró la pintura en el mencionado Salón, Cuadro de figuras humanas, reseña histórica de un entierro en Ornans, marca a las claras que el tratamiento dado por Courbet a la pintura tiene como primer objetivo señalar a dicho acontecimiento como un hecho histórico.
Courbet escribe en 1850, una carta a su amigo el crítico y escritor Jules Chmapfleury(1821 – 1889) en la que señala que muchos vecinos de Ornans posaron como modelos para el cuadro, de quienes realizó verdaderos retratos. Desde amigos y familiares del propio autor, pasando por el alcalde, el abogado y hasta el sepulturero del pueblo, aparecen representados. No hay seguridad, sin embargo, de quien es la figura que está siendo enterrada, aunque se supone que pudo haber sido el abuelo del pintor fallecido en 1848.
La pintura es la estampa de una acción de enterramiento llevada a cabo por miembros de la burguesía rural, en la cual, se nos muestra a diferentes personajes y sus actitudes frente a la ceremonia, así como las vestimentas propias de su clase social, la ubicación de las figuras de acuerdo a su género y a su ubicación social. Una razón que reafirmaría el hecho de que estamos ante una ceremonia de corte burgués, se debe a que hasta ese entonces, las personas de nivel social inferior eran enterradas en fosas comunes, mientras que en este caso, la fosa cavada es para el féretro que está siendo transportado sobre la izquierda del cuadro.
La escena está ubicada en un paisaje real, es decir, el entonces nuevo cementerio de Ornans, que acababa de ser inaugurado en el momento en el que Courbet comenzó su obra y donde al parecer, habría realizado algunos bocetos del natural, a pesar que la obra fue culminada en su estudio.
Análisis técnico y compositivo:
Como ya hemos comentado, Courbet se aparta de los recursos técnicos de la Academia. Así, si bien el cuadro está con óleos, estos fueron aplicados de manera empastada con pincel, pero también con espátulas, con trapos e incluso, con los dedos. Esta forma de pintar tiene como resultado, que a pesar que visualizamos una obra que refleja una realidad concreta, claramente percibimos que es una realidad pintada. No debemos olvidar que ya en ese momento, la presencia de la fotografía obligaba a los pintores a buscar diferentes formas de representar esa realidad.
La paleta tiene un notorio predominio de los colores oscuros, en particular, del negro. Si observamos el sector derecho de la obra, vemos una especie de muro negro creado a partir de las vestimentas de las mujeres que forman parte del cortejo que concurre al entierro, apenas interrumpido por el blanco amarillento delas cofias y los pañuelos de las mismas, o por el rostro de la pequeña niña sobre el borde inferior derecho.
En contrapeso con el negro, Courbet utiliza el blanco – en las mangas de algunos hombres, en el hábito de sacerdotes y monaguillos, en los encajes del traje del sacerdote que celebra la ceremonia, en el perro y en la tela que cubre el féretro -, así como el rojo en los trajes de los sacerdotes acompañantes; el azul y el gris del hombre ubicado junto al perro; y los tonos ocres y marrones en el paisaje. El foso abierto de la tumba está trabajado con diversas tonalidades de marrón para generar el efecto de la humedad de la tierra.
Si bien la luz del cuadro es frontal, Courbet otorga una luminosidad individual a cada uno de los personajes remarcado su presencia como individuos reales.
A nivel compositivo, la obra aparece estructurada en base a ciertas pautas de uso social imperantes en la época en las ceremonias religiosas. El artista realiza una división, dentro del conjunto de personajes, en tres partes: los representantes de la Iglesia (a la izquierda de la obra), los hombres (en el centro) y las mujeres (a la derecha).
Las figuras aparecen colocadas en forma de friso, aquellos que se encargarán de los ritos religiosos – sacerdotes y monaguillos – esperan la llegada de los portadores del ataúd, a la vez que los ciudadanos de la ciudad permanecen inmóviles sin demostrar sentimientos de ningún tipo. Por su arte, las mujeres marchan en procesión zigzagueante, mientras algunas de ellas dan muestras de dolor ante el acontecimiento.
A su vez, el artista nos marca dos líneas diagonales conformadas por los bordes del ataúd las que confluyen exactamente en los costados laterales del foso. Por su parte, al prolongar el brazo horizontal de la cruz, la línea resultante pasa por encima de las cabezas de las mujeres que participan de la procesión.
Varios historiadores del arte afirman las posibles influencias de Rembrandt y Zurbarán en la obra. Pero lo que resulta evidente es que Courbet buscó evadirse de las pautas de arte clásico, a pesar de seguir utilizando sus formatos y algunos de sus temas, buscando crear una pintura popular en claro rechazo al academicismo.
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